Skins: un primer cambio de piel para la televisión millenial
- Gabriela Batres
- Apr 30, 2019
- 9 min read

Desde su creación, la televisión ha servido como un medio de comunicación masivo cuya innovación y ventaja sobre los demás radica en la habilidad de alcanzar a cualquier tipo de audiencia.
Desde edades infantiles hasta adultos de la tercera edad, desde personas que saben leer hasta quienes no lo saben, y desde quienes se admiran por las historias que dentro de la pantalla se cuentan hasta quienes la utilizan como una compañía de fondo mientras realizan otra actividad.
Un estudio realizado durante cinco años, por la oficina de estudios estadísticos American Time Use Survey, demostró que en el período de 2013 a 2017, el estadounidense de 15 años o mayor invierte un mínimo de dos horas y 45 minutos diarios en ver la televisión. Cantidad que se traduce a un 55,2 por ciento del tiempo total que este destina al ocio o actividades deportivas en su día.
Siendo hasta la actualidad uno de los medios de comunicación masivos con la más amplia cobertura a nivel mundial, la televisión y los contenidos compartidos en ella han experimentado transiciones que se han visto en la necesidad de ocurrir para adaptarse a las demandas sociales que se presentan en las audiencias que consumen este medio alrededor del mundo.
El inicio de la televisión no siempre fue el más exitoso. Si adelantamos un poco la historia y llegamos a los inicios de los años 2000, observamos que fue hasta entonces cuando ciertos cambios sociales empezaron a desempeñarse.
El racismo era un tema que en años anteriores se proliferaba abiertamente tanto en otros medios de comunicación como en la televisión misma, y fue hasta la primera década de los 2000 que el alza de grupos sociales y activistas tales como la Asociación Nacional por el Avance de las Personas de Color lograron posicionarse en un mundo que con anterioridad se había presentado frente una división transparente del vidrio de las pantallas de la televisión en donde podían observar lo que se creía ellos jamás llegarían a ser o hacer.
En los principios del Siglo XXI, estadísticas demuestran que el 15 por ciento de las personas que debutaban en el horario estelar de la televisión eran de origen afro-americano.
La comunicación global de la que parten las bases sobre las que se fundamentan los medios masivos como la televisión, conoce que su campo de ejercicio es el mundo y sus pobladores. Nuestras sociedades poseen ideales distintos, con necesidades y exigencias distintas.
El papel de un comunicador radica en la responsabilidad que este tiene sobre los contenidos informativos que genera para compartir con esa audiencia globalizada. La comprensión de los diferentes grupos sociales a los que se enfrenta y saber manejarlos dependiendo de las exigencias que se le presenten en el camino.
Si retrocedemos una década, notamos una misma línea de fantasía que manipulaba la idea de cómo todas las personas debían vestir, vivir, actuar y pensar. Algunos ejemplos de esos programas podrían ser las series de Gossip Girl, The OC, Beverly Hills 90210, entre otras.
Series con influencia televisiva:
Si bien es cierto un medio como la televisión jamás podría representar la realidad directa, puesto que su naturaleza es esa misma, ser indirecta; la responsabilidad de un comunicador recae en la desmaterialización de la ficción que se produce alrededor de la imagen que se presenta en la pantalla, para brindar a su audiencia la imagen de un mundo lo más acertado a la realidad posible.
A pesar de que uno de los principios periodísticos más mencionados y explotados durante los años es la maravillosa búsqueda de la verdad, los comunicadores deben entender que únicamente lograrán alcanzar eso: una búsqueda.
Aseverar que, uno como mediador entre la cruda realidad y aquellos que no tuvieron acceso a ella, conoce a totalidad cada esquina del laberinto resultaría vago y poco creíble.
Sin embargo, adaptarse a la idea de que se puede apoyar en otros principios como la verificación de la información que compartiremos, como la agotada búsqueda de fuentes de información y el contraste entre una parte y su contraparte, podrá acercar al comunicador cada vez más a la realidad que tanto anhela conocer. Por lo que “la verdad” que planteará a su audiencia será cada vez más exacta y acertada.
Así parecía presentarse el climax de las series que bajo ideales y vagas realidades pretendían representar y manipular la manera en la que se desarrollaban en su entorno aquellas audiencias que las consumían.
Fue poco tiempo después, cuando los generadores de contenido, en el caso de la televisión los directores y productores, empezaron a sondear en la vida real y con personas reales sobre lo que realmente vivían día a día y cómo se veían los unos a los otros.
Es de esa manera, en la convergencia entre el deseo de los comunicadores de querer alcanzar una realidad que más se asimilara a la verdad en la que los espectadores vivían, que surgió en Inglaterra en 2007, una serie como Skins.
Doce años desde su lanzamiento, para la generación millenial, Skins continúa siendo aquel programa que marcó el inicio de un cambio en la televisión que transitaba de lo que se debía ser a lo que realmente se es.
Una serie que en aquella época, 12 años previos, cuando aún nos manejábamos en sociedades conservadoras y poco expuestas al diálogo entre lo que no se discutía comúnmente, generó controversia y choques sociales, así como legados y cambios culturales.
Ver el trailer de Skins aquí:
Skins contó con una larga lista de altibajos. Lanzar una cruda visión de la realidad puede resultar poco agradable para quienes entren en contacto con ella. Hace más de una década así como ahora, es imposible con exactitud qué impacto positivo y negativo llegarán a producir las consecuencias de nuestros actos.
Pero los actos deben ser realizados, dar ese primer paso y arrojarse a la incertidumbre es parte de encontrar el camino. Al tomar una decisión sobre cómo abordar ciertos enfoques sociales, siempre se tomarán en cuenta los posibles factores contraproducentes.
Pero la voluntad sobre la que se basarán los impulsos de nuestras acciones éticas no puede ser medida de una manera consecuencialista, porque jamás podremos estar seguros sobre todas las posibles alternativas que surjan a partir de nuestras decisiones.
Sin embargo, dar el primer paso llevará a dar el segundo y así consecutivamente hasta que alcancemos un punto en el que se note que la influencia de esa primera acción que se realizó se refleja en los avances de las interacciones sociales que ocurren a nuestro alrededor.
En el caso de Skins, la serie se enfocaba en un grupo de jóvenes provenientes de Bristol, Inglaterra. A diferencia de las series norteamericanas como las anteriormente mencionadas, los productores, Bryan Elsley y Jamie Brittain, decidieron interpretar a los personajes ficticios con actores y actrices cuyas edades coincidieran con las de aquellos que interpretarían.
El sondeo que se realizó a través de encuestas y entrevistas a jóvenes ingleses brindó resultados de lo que en la actualidad conocemos como una “típica” vida adolescente: estudiar, convivir en familia, divertirse con amigos y explorar los alrededores así como nuestros interiores.
Pero la historia de los personajes de Skins decidió tomar un camino que no se había transitado previamente en las representaciones televisivas.
Sería erróneo mencionar que en la actualidad nos hemos deshecho de los estereotipos y arquetipos. Claro está que aún vivimos rodeados de prejuicios y alusiones de lo que quienes nos rodean realmente son.
Pero aquellas ideas como los chicos atractivos son rubios y adorados por sus padres, las novias de esos chicos atractivos son la prioridad de ellos y las consentidas por sus padres, o el mejor amigo del chico atractivo es otro chico atractivo que tiene otra vida perfecta con su novia perfecta, ahora parecen estar un poco pasadas de moda y las tendencias se enfocan en conectar con la identidad de los espectadores.
El chico atractivo probablemente necesita una beca para atender la universidad, su novia vive en constante conflicto con sus padres porque ella no es su prioridad, y el mejor amigo no es más que la sombra del chico popular o una persona singular que no desea encajar ni aquí ni allá.
Lo que fascinó a los adolescentes de Skins en aquella década fue el acercamiento que cada uno de los personajes apelaba a las personalidades de quien fuera su audiencia.
En términos generales, a los personajes la serie brindó una apertura al debate de temas sociales que no eran una novedad, sino simplemente no se habían discutido con mayor libertad con anterioridad.
Uno de los roles sociales más importantes de los medios de comunicación es la generación del diálogo y el debate. Si no se informa para formar a quienes informamos, ¿Qué realmente estamos haciendo?
El contenido que se genera tiene la intención de ayudar a quienes lo consuman a generar un criterio y una visión del mundo que lo rodea. Si los comunicadores, quienes nos tomamos el tiempo de estudiar cada esquina del laberinto para poder llevar a nuestra audiencia a la salida, somos quienes los perdemos, cómo podríamos esperar un enriquecimiento intelectual de la sociedad y crecimiento de esta misma.
Hoy en día, en la plataforma de Netflix es bastante común navegar en el buscador y encontrar películas, series o documentales que involucren a personas que abiertamente forman parte de la comunidad LGBTIQ, como lo es el caso de Queer Eye. Sin embargo, hace un poco más de 10 años, Maxxie de Skins no tenía el ánimo para mencionarle a su grupo de amigos que se sentía atraído por las personas de su mismo sexo.
En Sierra Burgess Is A Loser, conocemos a un personaje con sobrepeso que a pesar de tener ciertas inseguridades consigue sentirse cómoda en su propio cuerpo y no permite que se convierta en una barrera para ella. Pero Cassie de Skins pasó años trasladándose de una clínica a otra intentando combatir su anorexia.
Brooklyn Nine-Nine empodera a tres de sus personajes femeninos como capaces de realizar las mismas tareas policiales que sus colegas masculinos e incluso no necesitar de ellos mientras Michelle de Skins siempre necesitó de su novio Tony para sentirse valorada y con un propósito de vida.
Las series de Netflix en la actualidad:
Esta serie inglesa que se atrevió a dar ese paso que representaba la diversidad cultural al incluir tanto a personas de color como a personas blancas en un mismo grupo de amigos, la diversidad religiosa que involucraba a musulmanes con ateos y católicos conviviendo en un círculo social, la diversidad sexual que representaba el proceso de descubrimiento de uno mismo al incluir a parejas homosexuales de ambos sexos, así como la representación de lo caóticas que pueden llegar a ser las relaciones familiares cuando los hijos y sus padres no suelen ser los mejores amigos.
Esos son algunos de los legados que 12 años después aún continúan publicándose, estudiándose y peleándose en las sociedades actuales.
Cabe resaltar, que así como Skins brindó aportes positivos a una gama de transiciones sociales, esta serie también generó conflictos dentro de esas mismas sociedades.
El ejemplo más claro se ve expuesto en la representación que el programa brindaba a las fiestas y celebraciones a las que los personajes acudían. El consumo de drogas ilegal que es prominente en todos los episodios de la serie resultó siendo una de las consecuencias más graves a las que se enfrentaron las generaciones que crecieron viendo la serie.
Los jóvenes ingleses adoptaron el término de “Skins Parties”, el cual incluso la página web moderna de urbandictionary define como una fiesta en la que se involucra consumo de drogas desmesurado, relaciones sexuales desproporcionadas y cantidades de alcohol indebidas.
A pesar de que nuestra ética no debe ser consecuencialista y anteriormente mencionábamos que no es posible medir todas las posibilidades de reacciones que la audiencia que consuma nuestros contenidos pueda llegar a tomar, se debe tener en cuenta que a pesar de que la voluntad es en principio el agente de toda práctica y nuestra voluntad siempre buscará lo bueno en lo que sea que estemos dispuestos a hacer, esto no quiere decir que porque buscábamos hacer un bien entonces un bien vaya a ser hecho.
Como comunicadores y mediadores entre el mundo y nuestra audiencia, debemos considerar que a veces las repercusiones pueden generar conflictos a los cuales debemos enfrentarnos y defender la postura por la que realizamos nuestro trabajo además de aprender a retractarnos cuando se comete un error.
La libertad que los medios de comunicación poseen debido a la falta de censura previa de la cual muchos de estos se privilegian es un llamado también a la autocensura que como comunicadores debemos adoptar para discernir y criticar las ideas que nosotros mismos generamos sobre cómo deseamos presentar a nuestra audiencia el mundo.
Tal vez sin Skins muchos adolescentes no habrían probado por diversión alguna droga que los convirtió en adictos, pero tal vez sin Skins “salir del closet” aún sería una acción impensable por las personas LGBTIQ.
Tal vez muchas cosas podrían haberse evitado y tal vez muchas otras jamás se habrían imitado, nuestro ejercicio ético siempre nos llamará a poner nuestras decisiones en una balanza de elegir una para abandonar la otra. Pero esto no es malo, es parte del ejercicio de nuestra libertad de expresión.
Los comunicadores debemos dar esa milla extra para considerar que peso de la balanza vale más no sólo para nosotros sino para todos aquellos a quienes alcanzaremos a través de, en este caso, la pantalla de un televisor.
La influencia de un medio de comunicación masivo como la televisión o en la actualidad contenidos en plataformas de streaming como Netflix es inevitablemente voluminosa.
Por lo que considerar qué contenidos valen la pena para el consumo de nuestros espectadores, que podrían generar impactos puramente positivos o positivos a través de algo negativo es un debate que se continuará desarrollando en el futuro cercano y lejano.
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